La Silla Cesca tiene una rara y casi inocua simplicidad en su diseño: una linealidad equilibrada por sutiles curvas; una yuxtaposición gráfica de materiales industriales y naturales; y una forma en voladizo que parece flotar en el aire. En 1928, fue una sensación internacional. No existía nada parecido en su época, y su forma icónica demuestra ser contemporánea con el paso de las décadas. Originalmente conocida como la B32, la silla fue renombrada más tarde como «Cesca» en honor a la hija de Marcel Breuer, Francesca.